
Advertía en la anterior entrada de mi discrepancia con algunas de las medidas planteadas en el manifiesto "
Aprovechemos la oportunidad", a pesar de suscribirlo.
Una de las propuestas más llamativas, y que ya tiene cierto recorrido en el debate preasambleario, es la reafiliación obligatoria, que implica en la práctica una desafiliación general previa. Entiendo que se hace con la voluntad de afrontar problemas de censos enquistados desde hace muchos años -especialmente en determinadas federaciones-, pero no creo que vaya a servir para solucionarlos ni que nos conduzca a una mejor situación afiliativa.
Hace tiempo expliqué mi postura en el Foro alternativo de IU a través de una categorización simple pero ilustrativa sobre la afiliación de IU (y probablemente de cualquier otra organización), distinguiendo dos tipos básicos de afiliados, subdivididos a su vez en dos categorías:
1.-
Quienes se afilian por propia voluntad y convicción. Entre ellos podemos distinguir:
1.a) Los militantes activos.
1.b) Los afiliados no activos.
2.-
Quienes se afilian por voluntad de otros. Entre ellos podemos distinguir:
2.a) Los que no desequilibran el resultado de los procesos asamblearios, porque no es ésa su función. En este caso podemos encontrar seguramente a muchos familiares y amigos de otros militantes o dirigentes de IU.
2.b) Los que son utilizados para ganar cuotas de poder, a través de su voto en los procesos asamblearios o simplemente por el incremento del censo que producen.
Todos estaremos de acuerdo en que lo ideal sería tener el máximo número de militantes activos, pues eso fortalecería nuestra organización como movimiento político y social. Aún así, no podemos desconocer que hay otra forma legítima de afiliación, la de aquellos cuyo compromiso consiste básicamente en pagar la cuota y tal vez en ser interventores electorales y asistir a los actos de campaña, pero que no hacen vida orgánica, de la misma manera que pueden ser socios de Amnistía Internacional o de Greenpeace. Mi experiencia me dice que este tipo de afiliados no activos son mayoría en la organización, y pongo por ejemplo mi colectivo de base, en el que somos aproximadamente 60 al corriente de cuota y sólo acuden a las reuniones entre 20 y 25 personas.
También coincidiremos todos en que, del segundo tipo de afiliación, la más peligrosa es la que se utiliza por unos sectores u otros para condicionar el resultado de los procesos de decisión democráticos. Que se afilien la pareja o los hijos de un militante no creo que sea el verdadero problema. El problema se suscita cuando, por ejemplo, un concejal controla la afiliación de trabajadores del Ayuntamiento o de miembros de asociaciones subvencionadas desde su departamento, que sólo aparecen el día de la elección de delegados y no se les vuelve a ver hasta la próxima votación. Éste es el cáncer a extirpar de IU (y de cualquier otra organización que se pretenda democrática), aunque estoy convencido de que pasa (mucho) en pocos sitios.
Pues bien, considero que un proceso de desafiliación/reafiliación en las actuales circunstancias (crisis electoral y de proyecto) no evitaría la existencia de los afiliados fantasma (2.b), que volverían a ser reafiliados por el cacique de turno, ya que su motivación perviviría, mientras que podría dar como resultado una pérdida importante de afiliados reales pero no activos (1.b), que una vez fueran desafiliados no encontrarían (en estos momentos tan grises) motivación para reafiliarse, e incluso perderían su sentimiento de pertenencia a IU, algo positivo para cualquier organización.
Si el objetivo es conseguir activar a los afiliados pasivos, la peor fórmula es dejarlos fuera de la organización y pedirles que se vuelvan a afiliar. Eso exigiría una explicación que les desmotivaría aún más.
Si queremos acabar con los caciques y sus cacicadas, un procedimiento como el propuesto no creo que sirva, pues son quienes mejor manejan las fichas de afiliación. No alcanzo a comprender cómo se podría evitar la reafiliación de los "brazos de madera".
Me parece más acertado plantear la efectiva depuración de los censos y su control, para lo cual se podrían utilizar buena parte de las medidas propuestas en esta
enmienda: afiliación individual y directa a IU; pago obligatorio de la cuota por domiciliación bancaria (con un máximo de dos familiares en la misma cuenta); sistema de contabilidad censal de doble llave (federal y de federación); y elección por mayoría cualificada de una Comisión Paritaria y Unitaria encargada de llevar a cabo la depuración de los censos.
Por eso me gustaría que en la Asamblea se transaccionase la enmienda o se desglosara en dos partes, y así yo votaría a favor de las medidas antes mencionadas y en contra de la desafiliación/reafiliación obligatoria.
Para que no sea peor el remedio que la enfermedad, no intentemos curar un resfriado con quimioterapia.