Después de haber invitado a la reflexión sobre los resultados electorales de IU y de EUPV, me siento obligado a hacer mis primeras aportaciones a la misma.
Los datos:- IU ha conseguido un 3'7% de los votos, menos que en las europeas de 2004 (4'15%) pero casi lo mismo que en las generales de 2008 (3’8%).
- EUPV ha seguido la misma pauta, obteniendo un 2'8% de los votos, bajando medio punto respecto a las anteriores europeas de hace cinco años (3'3%) pero repuntando una décima sobre el resultado de las últimas generales (2’7%).
- Existe un patrón general (con sus excepciones) que refleja un empeoramiento de los resultados en las ciudades grandes y medias (donde tradicionalmente conseguíamos mayores apoyos) y una cierta mejoría en núcleos de población menores (donde partimos de más abajo). Esto puede comprobarse tanto en el País Valenciano (donde bajamos en las 15 ciudades más pobladas) como en otros territorios como Andalucía o Catalunya.
Las valoraciones:- No podemos estar contentos con un apoyo tan menguado para un proyecto que pretende ser de mayorías. Queda muy lejos el otrora vergonzante 5% que marca las posibilidades de obtener grupo parlamentario propio en el Congreso y de mantener nuestra presencia institucional en las Cortes Valencianas.
- Sin embargo, todos hemos sentido alivio. Por primera vez en muchos años, hemos superado las expectativas de representación institucional que nos daban bastantes encuestas, entre ellas la del CIS, al conseguir mantener el segundo eurodiputado. Por primera vez en muchos años, no hemos retrocedido electoralmente respecto a los comicios inmediatamente anteriores. Por primera vez en muchos años, el resultado electoral no genera automáticamente una crisis interna que nos divide y paraliza durante meses. Por el contrario, entre la militancia activa de IU y de EUPV se percibe unidad, cohesión interna y ganas de trabajar con Cayo Lara y Marga Sanz como referentes indiscutidos.
- En el País Valenciano seguimos vivos. En la UVI pero no en el cementerio, como presagiaban tantos políticos y periodistas de medio pelo hace sólo año y medio. Después de sufrir una escisión que ha usurpado nuestra representación parlamentaria y una brutal campaña de desprestigio mediático, mantenemos la misma tendencia de voto que en el resto del estado y seguimos siendo la tercera fuerza política y, con claridad, la única alternativa al bipartidismo por la izquierda. Nos quedan dos años de trabajo duro para afrontar con condiciones el reto del 2011.
Mis intuiciones:- Parece haber coincidencia en que, en esta ocasión, el voto útil no ha funcionado tanto. Lo que quiere decir que si mañana hubiera elecciones generales (o autonómicas), en un contexto de bipolarización partidista y riesgo cierto de victoria del PP, volveríamos a sufrirlo y por tanto nuestro resultado sería mucho peor.
- Por lo que percibo en mi entorno, una parte del electorado que hemos perdido en estas elecciones se debe a la baja participación. Hay varias razones para explicar esta abstención diferencial: la capacidad de movilización electoral de la derecha frente a las dificultades endémicas de la izquierda para hacer lo mismo; la posición crítica de nuestros potenciales votantes hacia las instituciones europeas (“para qué voy a votar si esta Europa no es democrática”); nuestra incapacidad para generar ilusión entre el electorado de izquierdas; el ninguneo de los medios tanto a IU como al propio debate europeo…
- Sin embargo, creo que hemos ganado nuevos votantes -no sé cuántos-, gracias al acierto de desarrollar una campaña seria. Alguna gente debe haber encontrado en nosotros el contrapunto a la “lucha tabernaria” protagonizada por PP y PSOE. Hay que fidelizar a estos votantes, que no se arrepientan ni avergüencen de habernos apoyado.
- No creo que la caída de votos en las ciudades se deba principalmente al buen o mal trabajo de los colectivos de militantes. Hay ejemplos para bien y para mal, y sin embargo la tendencia es general. Más bien creo que tiene que ver con las mayores dificultades para visibilizar nuestro trabajo político, ante el ninguneo creciente al que nos someten los medios de comunicación. En los pueblos es más fácil suplir esto con trabajo militante (reparto de boletines casa por casa) y la cercanía personal es determinante. En las ciudades apenas llegamos a interactuar directamente con un porcentaje ínfimo de la población, probablemente ya posicionado a nuestro favor (o en nuestra contra).
Los retos para el futuro:- Tenemos que asumir la realidad. Ya no estamos en los 70, así que los discursos grandilocuentes sobre “la sociedad que espera una fuerza política que dé respuesta a sus aspiraciones de transformación social” están de más. Somos minoría social y electoral (600.000 votantes son ahora mismo nuestra base real), y los vientos de la historia (a pesar de la crisis) soplan en nuestra contra. Así que preparémonos para un trabajo de resistencia históricamente necesario, y olvidemos por ahora los sueños de “sorpasso” y las ambiciones de “gobierno plural”.
- Hemos de seguir haciendo el mejor trabajo institucional y mediático posible para que el electorado de izquierdas nos siga viendo como su referencia política, pero la prioridad debe ser construir una red de colectivos locales y comarcales que nos permitan resistir futuros avatares electorales. Es lo que, en el País Valenciano, podríamos llamar el “modelo
Polinyà”: una militancia activa, en la que se combinan tradición histórica y renovación generacional, comprometida con su pueblo pero implicada también con su organización, con discursos y prácticas coherentes de izquierdas.
- Hemos de llevar a cabo nuestra refundación, entendida como el encuentro (reencuentro en muchos casos) con la gente de izquierdas que actualmente no está organizada en IU. Pero la izquierda que buscamos no está ni en los micropartidos ni en las opciones exclusivamente nacionalistas con las que no compartimos ni cultura ni programa político. Hay que asumir que una parte de la gente que perdimos en el transcurso de nuestra agitada historia ya no está siquiera en la izquierda, y que la mayoría se ha quedado en casa, desmovilizada, desencantada o incluso asqueada de lo que ha visto, oído y leído de nosotros en el pasado. Hay que recuperarlos, y al mismo tiempo conectar con otra gente nueva, más joven, que probablemente no se posiciona tanto por adscripción ideológica como por cercanía política. Activistas con los que encontrarnos en las luchas, ciudadanos y ciudadanas que quieren ser escuchados y representados.
Para todo ello, mantengamos la unidad y la cohesión basada en un funcionamiento democrático, respetémonos y querámonos porque estamos todos en el mismo barco, y empecemos desde ya el camino de la renovación y refundación de Izquierda Unida.